Al contrario de los perros los gatos son más sensibles a los cambios en su entorno.

La explicación a esta pregunta tiene su origen en la diferente domesticación que han tenido ambas especies.

El perro desde el inicio de su domesticación a convivido con el hombre y ha sido seleccionado y modificado mediante selección genética para favorecer unas características en pro de serles más útiles en determinadas tareas. Su utilidad ha sido tanto como herramienta de trabajo como de animal de compañía.

Sin embargo, el tipo de domesticación que ha experimentado el gato es bastante distinta, ya que el inicio de la convivencia con el gato viene originado por el carácter predador del gato y la necesidad de combatir a los roedores que se comían la cosecha. Por lo cual el gato no tuvo necesidad de gran selección genética ya que de por si es un cazador nato y, además, en la mayoría de los casos la convivencia no era tan directa, ya que estos gatos se encontraban alojados en los graneros o zonas donde se acumulase comida. No ha sido hasta hace relativamente pocos años que el gato ha sido introducido en nuestros hogares como animal de compañía por lo cual aún conserva su instinto de predador. Este instinto cazador le produce la necesidad de tener su territorio bajo control ya que eso le asegura las presas y con ello su supervivencia. Pero el gato además de ser predador también es presa y por ello debe estar muy alerta constantemente ante la presencia de cualquier peligro y esto lo hace un animal muy estresable ante cualquier cambio que pueda producirse en su entorno.

Esto quiere decir que un gato que controla su entorno es un gato feliz, mientras que un gato cuyo entorno tenga cambios muy bruscos o muy constantes puede ser un gato estresado, es decir, infeliz. Además, reciente mente se ha descubierto que, en los gatos, al igual que en los humanos, existen enfermedades que son provocadas por situaciones de estrés, como es el caso de la cistitis intersticial por lo que un gato tranquilo es un gato feliz y, lo más importante, sano.

¿QUE COSAS PUEDEN ESTRESAR A MI GATO?

Para sentir control de su entorno el gato necesita tenerlo marcado y dejar su olor, por eso cuando un gato llega nuevo a una casa las primeras dos semanas se dedica a frotar su cara contra los objetos o lugares que él considera claves para su territorio con la finalidad de dejar su marca como dueño del territorio. Mediante este acto libera la feromona facial felina dejando el territorio marcado con su olor. Dicho olor solo puede ser percibido por otros gatos por lo cual no hay que preocuparse de que deje olores extraños o desagradables en casa, al menos para el olfato humano.

En algunos puede llegar a ver necesario el marcaje mediante rascado, el cual podemos evitar poniendo un rascador adecuado a su alcance.

El estrés del gato viene cuando algo altera ese entorno de tranquilidad y control que él tiene marcado. Pueden ser cosas tan sutiles como cambiar los muebles de sitio, traer muebles nuevos, limpiar sus marcas, visitas …o cambios mayores como una reforma, la llegada de un bebe o una nueva persona o animal a la casa…

Otra cosa que puede provocar estrés en gatos son las visitas al veterinario o llevarlos a una residencia. Puede pasar que al regresar las marcas que ha dejado sean menos intensas y esto haga que no se encuentre del todo cómodo hasta que vuelva a marcar su territorio como el desea.

Una de las cosas que más estrés puede provocar en un gato es un cambio de domicilio, ya que en este caso habrá una ausencia total de sus marcas y esto hará que el gato tenga que empezar a marcar el territorio de nuevo y hasta una o dos semanas después no se encontrara del todo cómodo en su nuevo territorio.

La solución en cada caso vendrá determinada por lo que provoca el estrés en el gato en cada situación, pero en términos generales irá encaminada a eliminar aquello que ha provocado el estrés en el gato, o , en caso de ser imposible eliminarlo, hacer una adaptación progresiva y gradual del animal a la nueva situación.

Como ayuda existen en el mercado productos que contienen dicha feromona facial felina y en muchos casos puede ayudar al animal a sentirse más tranquilo sintiendo su territorio más bajo control.